Papá no tendré vida para agradecerte haberme dado la vida.
Como aprendemos con el correr del tiempo el valor de una ¡padre!, ese día a día compartido, verlo partir todos los días, y regresar tarde, cansado, pero el tiene un motivo, tiene una ilusión y tiene un sueño ¡sacar adelante a su familia!
Y así fue, con amor llevaste por el camino a tus hijos, los protegiste, cobijaste, guiaste para que aprendiera a volar solos.
Los años han pasado, hoy caminas mas lento, en tus ojos se ve la sabiduría del silencio, callas aunque quizás desees opinar, pero en tu sabiduría sabes que tienes que dejar que tus hijos recorran ese camino y aprendan a saltar esos obstáculos que la vida presenta.
¿Sufres? si, sufres ver a tus hijos sufrir, y es algo que no me perdono, porque un padre no debe sufrir, un padre debe ser feliz, un padre debe vivir en el sosiego, en la paz.
A un padre debería llegarle el momento en que nada le preocupe, en que su entorno sea la armonía perfecta para disfrutar de su mayor logro ¡sus hijos!
Pero un padre jamas se jubila. Un padre es el amor incondicional, el amor eterno.
Un padre vera a sus hijos partir en busca de su camino, le veremos sonreír, le sentiremos feliz, pero sabemos que en su alma queda una pena, un suave dolor se posa en su corazón y su mirada se nubla de tristeza.
Y se quedara ahí, siempre ahí con sus brazos abiertos, con su amor, esperando el momento en que lo necesitemos para cobijarnos nuevamente en el.
Padre como quisiera conseguir el “Nirvana”, para darte ese sosiego, felicidad, sonrisas que te mereces. Llevarte al estado mas puro de de la plenitud y la paz que es como tienen que vivir los padres luego de su largo camino llevando entre sus manos a sus hijos.
¡Gracias! siempre ¡Gracias! hay que dar a un padre por regalarte lo mas preciado ¡la vida!
Carlyn
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