La vida y la muerte son tan inseparables, aunque nosotros ignoramos deliberadamente a la muerte, pero en si están las dos conjugadas, es nuestra herencia al nacer.
Venimos marcados por un destino, un camino que recorrer y al final de ese camino podremos descansar en paz del trayecto que hemos hecho, y sentirnos orgulloso de los pasos que hemos dejado.
Hoy pensando en esto, me llevo al momento de la muerte de mi madre. Perder a un ser querido nos lleva a un dolor que, quizás, no se pueda describir. Describir el dolor o la perdida de un ser querido, es quizás como describir el miedo. Si analizamos son las mismas sensaciones que causa el dolor y el miedo.
Sentir como el corazón se quema, que el alma arde, que la vida se paraliza y que no tenemos respuestas a lo que sentimos; nos lleva a un estado donde desviamos nuestra ruta para estancarnos en un sitio que nadie comprende y donde nadie podrá sacarnos de ahí.
Un camino donde nos sentimos solos, y caminaremos por el, y poco a poco empezaremos a ver siluetas, que se van convirtiendo en rostros, y que van en dirección contraria de nuestro camino.
Son esas personas que vienen de vivir el dolor, que nosotros empezamos a recorrer, es nuestro, y nosotros, aun cuando estemos acompañados, ese dolor, ese camino, tendremos que recorrerlo solos y luego regresar y encontrar nuevamente nuestra vida y aceptar, lo que jamás hemos aceptado, que cada vida tiene su fin, y que todos tenemos un camino que recorrer y unas huellas que dejar.
Muchas veces tendremos que pasar por ese camino, unos más dolorosos que otros, y siempre habrá un momento que estaremos sumergidos en ese dolor; es una llamada de la vida a la cual estamos predestinados y eso no lo podemos evitar, porque es la vida quien ha decidido que sea así...
Esa es una de las etapas de la vida, adaptarse y recomenzar ese camino, donde sabemos, aunque no lo admitamos, que ha cambiado, es diferente y hay que recomenzar y seguir adelante...
Y nos daremos cuenta que jamás estamos solos, aun cuando lo hayamos sentido, siempre hay alguien que nos acompañara y estará a nuestro lado apoyándonos...
Y al final descubrimos recuerdos, melancolías que nos hacen dibujar una sonrisa, recordando a ser querido, y nace una esperanza que algún día, ese nuevo camino que no vemos en nuestra vida, lo recorreremos a su lado.
La esperanza llena el alma de nuevas fuerzas para recomenzar el camino y seguir viviendo con ilusión...
Carlyn
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